Casi siempre estoy liada con algo. Voy a contaros alguna de las cosillas que estoy haciendo últimamente.
El lunes comencé a impartir un curso de restauración de muebles en Arenillas de San Pelayo. Hasta finales de junio un grupo de 12 personas estarán arreglando enseres viejos, unos de mayor valor económico que otros, pero seguro que todos ellos de gran valor sentimental.
No es la primera vez que imparto este tipo de talleres, ya llevo unos cuantos a mis espaldas, y la verdad es que restaurar muebles a pesar de ser trabajoso es también muy agradecido. Cuando se ve el cambio en una silla que estaba casi para tirar, en un perchero, o en una plancha de hierro, se le olvida a uno todo lo que ha sudado lijando.
No pude sacar muchas fotos, pero aquí os dejo estas tres de muestra, que son de un cabecero de hierro, un calientacamas y un pequeño diván tapizado en capitoné que es una preciosidad. Espero enseñaros cómo quedan después de la restauración. ¡A ver si me acuerdo de llevar la cámara, que soy un poco desastre!
Además ayer por la tarde, como no tenía ningún taller, para no aburrirme hice una pequeña tanda de jabón:
Mañana me toca desmoldarlo y cortarlo en pastillas.
Y como aún me sobró algo de tiempo, Nuño y yo nos animamos a hacer unas riquísimas magdalenas mientras Alonso, aprovechando que había dejado de llover por un momento y que hasta había salido el sol, jugaba un poco en el patio.
¡Os invito a una! ¡Uhmmm!