"Año Nuevo, Vida Nueva", o eso al menos es lo que dice el refrán. En mi caso os puedo asegurar que mi vida no ha cambiado en absoluto, sigue siendo exactamente igual, tan igual que aún no he terminado de embotar todo lo que hemos sacado de la huerta este año, y ya la estamos preparando para la siguiente temporada. Creo que esta semana o la que viene lo remato del todo, y os aseguro que ya tengo ganas.
Como ganas tenía ya de publicar esta entrada del roscón de Reyes. Sí, ya sé que hay recetas a montones, como la mía o parecidas, pero me apetecía publicarla. Desde que comencé con el blog la he ido dejando de lado, porque siempre hago el roscón para el día 6 y me viene muy justo el tiempo para escribir la receta, hacer las fotos y publicarla con la suficiente antelación, por si alguien quisiera hacer la receta para el día de Reyes.
Así que este año he pensado que la iba a publicar igualmente, pues así ya estará lista por si alguien la quiere hacer al año que viene.
A Óscar le encanta desayunar el día de Reyes con el roscón, así que, si ya era algo que hacía cada año cuando estaba soltera, ahora con mayor motivo. Y es que los stollens y panettones están muy bien, pero no tenemos que olvidarnos de nuestras tradiciones, sobre todo cuando son tan deliciosas, y menos aún si además van cargadas de tanta ilusión, como es en este caso.
En nuestra casa el día de Reyes está lleno de la alegría y del alboroto de los niños, que son los únicos que se resisten a desayunar, con tal de no abandonar ni un segundo sus regalos. Y es que a nosotros los que nos traen los regalos son los Reyes Magos. Papá Noél deja algunas cosillas en las casas de los tíos y de los abuelos, pero en la nuestra los protagonistas son los Magos de Oriente.
En fin, da igual si sois de los Reyes, o de Papá Noél, lo que importa es la alegría y la ilusión de los niños. ¡Me encanta ver su inocencia y sus caritas de felicidad! Justo en esos momentos me arrepiento de haber pensado alguna vez que ¡a ver cuándo crecen y dejan de ser tan guerreros!, ¡pobrecitos!, ¡cómo si yo nunca hubiera dado guerra a mis padres!. Pero tanto si lo quiero como si no, al final crecerán y esas caritas no las volveré a ver, salvo en los vídeos que les grabamos cada año en ese día tan especial.
No sé a vosotros, pero a mi una de las cosas que más me gustan de este día, aparte del roscón, es disfrutar de ese momento tan mágico preparando los regalos y después viendo a los niños, porque, de alguna manera, yo también me vuelvo a convertir en una niña llena de ilusión.
Ingredientes:
500 g harina de fuerza
3 huevos medianos para la masa y otro para pintar el rosco
20 g levadura prensada (o unos 7 g de levadura seca de panadero)
250 ml de leche entera
100 g azúcar
100 g mantequilla a punto pomada
1 cucharada de agua de azahar (15 ml)
1 cucharada de ron (15 ml)
corteza de limón y de naranja, canela en rama
una pizca de sal
- la noche anterior preparamos un prefermento, se de este modo el roscón ganará en aromas y sabor. No es lo mismo que emplear masa madre, pero se le parece, y como mucha gente no dispone de masa madre, de este modo la receta resulta más fácil de hacer. Para ello medimos los 250 ml de leche, tomamos 70 g de ésta y los mezclamos con 100 g de harina y con 5 g de levadura prensada (ó 2 g si es seca). Amasamos bien hasta tener una bola. Tapamos con un paño húmedo la bola para que no se reseque su superficie y la dejamos fermentando toda la noche en el frigorífico. Si no queremos hacerlo de noche, dejaremos que fermente hasta duplicar su volumen.
- con el resto de la leche preparamos una decocción: en un cazo ponemos la leche con un buen trozo de cáscara de naranja y otro de limón; añadimos un palo de canela y la ponemos a hervir entre 2 y 5 minutos. Colamos la leche y dejamos que se enfríe hasta el día siguiente.
- al día siguiente sacamos el prefermento del frigorífico. Si vemos que se ha duplicado el volumen dejamos que coja la temperatura ambiente antes de usarla, en caso contrario dejamos que se atempere y además que termine de fermentar a temperatura ambiente hasta alcanzar el volumen deseado.
- cuando el prefermento esté listo lo mezclamos con la harina restante, los huevos, el azúcar, la leche, el ron, la sal y el agua de azahar. Para que el prefermento se integre bien en el resto de la masa es mejor partirlo en trocitos y mezclarlo así con el resto de ingredientes. Amasamos durante uno o dos minutos y entonces le añadimos la mantequilla. Amasamos bien y si la masa os resulta demasiado blanda, usamos la técnica del amasado francés hasta que resulte una masa manejable, elástica, lisa y brilllante y a ser posible que pase la prueba de la membrana, podéis ver aquí una foto, que consiste en que tomamos un trocito de masa y lo estiramos entre los
dedos, para comprobar que se forma una membrana transparente y fina que
no se rompe fácilmente. Esto puede llevar unos 15 minutos de amasado. Si se nos pega a la superficie de amasado podemos untarla con un poco de aceite, pero lo que no debemos hacer es añadir más harina.
- dejamos reposar sobre una superficie enharinada la masa que acabamos de obtener, tapándola con un paño húmedo, más o menos durante 1 hora, hasta que doble su volumen.
- amasamos de nuevo, formamos una bola, hacemos en el centro el agujero y lo colocamos sobre papel de horno. Si queremos colocamos una sorpresa y lo dejamos de nuevo tapado para que vuelva a duplicar su volumen.
- pintamos la superficie del roscón con huevo batido, rebajado con un poco de agua para que no se queme tanto y colocamos sobre éste frutas confitadas, almendras laminadas, azúcar mojado con agua o cerezas y lo introducimos en el horno precalentado a unos 180º C durante 25-30 minutos (como siempre depende de cada horno)
- para finalizar, dejamos que se enfríe el roscón sobre una rejilla, y entonces lo abrimos por la mitad y lo rellenamos de nata montada, que es como a mi más me gusta ;)
Sugerencias:
- con las cantidades que os he indicado podéis hacer un solo roscón muy grande o dos medianos, que es lo que yo he hecho, para ello sólo tenéis que dividir la masa en dos antes de formar el roscon, los roscones
- podéis adaptar los tiempos de levado a vuestro ritmo. Yo como estaba haciendo varias cosas a la vez, para que no me sobrefermentara la masa, la dejé reposando en el porche de casa que está casi a la misma temperatura que el frigorífico. El primer levado tardó unas 10 horas, y el segundo prácticamente otras tantas, porque estuvo fermentando toda la noche. Después, por la mañana, mientras precalenté el horno dejé que la masa se fuera atemperando.
- si podéis en lugar de usar un sucedáneo químico de agua de azahar a base de aromas artificiales, os recomiendo que uséis agua de azahar pura, ¡notareis la diferencia!
- os recomiendo que leáis este cuento, porque aparte de ser precioso os da muy buenas razones para que podáis decirles a vuestros hijos que los Reyes Magos, de verdad, sí existen