La primera vez que vi a alguien preparar esta receta fue a Arguiñano. Hará de eso cerca de veinte años, cuando nos tenía a todos embobados viéndole en la tele.
Desde entonces estas pechugas se convirtieron en mi casa en uno de esos platos clásicos que nunca fallan ... ni faltan.
Años después, fui a Zaragoza a visitar a uno de mis hermanos que entonces vivía allí, y ¡cómo no!, tenía pechugas escabechadas. Pero tenían un sabor distinto, no eran cómo las que solíamos hacer en casa, y estaban exquisitas. La diferencia: ¡había añadido comino!, ¡y menudo toque les daba!.
No hace mucho, hablando con mi hermano, le recorde lo de sus pechugas y el comino, y él me jura y perjura que JAMÁS ha echado comino a las pechugas escabechadas. ¡Misterios de la vida!, os aseguro que tenían comino, ¡estoy segura de ello!.
Y desde entonces siempre que escabecho pechugas les echo comino, y todo el que las prueba se queda alucinado de lo ricas que están. Aunque tanto o más que las pechugas me gustan las verduritas que las acompañan, ¡están increiblemente ricas!.
Y desde entonces siempre que escabecho pechugas les echo comino, y todo el que las prueba se queda alucinado de lo ricas que están. Aunque tanto o más que las pechugas me gustan las verduritas que las acompañan, ¡están increiblemente ricas!.
Y sin más rollo aquí os explico cómo las preparo:
Ingredientes:
unos 500 g de pechugas (de pollo o pavo)
4 zanahorias
6 cebollitas francesas
1 cabeza de ajos
sal gorda
1 tablespoon de pimienta negra en grano
1teaspoon de comino en grano
1 hoja de laurel
aceite de oliva virgen extra, vinagre blanco y vino blanco en proporción 2:1:1 (2 vasos aceite, 1 de vinagre y 1 de vino por ejemplo)
- en una cazuela ponemos las pechugas, junto a las zanahorias, cortadas en rodajas muy finitas, las cebollas, peladas pero enteras, y los dientes de ajo, separados de la cabeza pero sin pelar.
- añadimos el comino, la sal, la pimienta y la hoja de laurel, y lo cubrimos todo con el aceite, el vinagre y el vino blanco
- con todos los ingredientes ponemos a cocer las pechugas. Cuando empiecen a hervir bajamos el fuego para que se vayan haciendo despacio. Desespumamos, sobre todo al principio, y ocasionalmente le damos la vuelta a las verduras y a las pechugas (un par de veces o tres). Lo dejaremos así, despacio durante una hora o más, hasta que veamos que las verduras se han cocido y están blanditas, y las pechugas han adquirido un tono un poco dorado.
Sugerencias y datos:
- las cantidades de pimienta y comino que he puesto son por así decir las mínimas. Yo suelo echar al menos el doble de lo que he indicado de cada una de ellas
- estas pechugas se pueden tomar así, solas, o en ensalada, y por supuesto, aliñandola con el aceite de cocerlas. Si encima añadimos un poco de arroz basmati nos queda un plato con el que siempre vamos a triunfar.
- comprad pechugas de calidad, a ser posible de pollos de los que han tardado en criarse al menos un par de meses y que están al aire libre. Aunque no sean de corral se nota mucho la diferencia. Las pechugas quedan muy tiernas, se deshacen, mientras que las de los pollos que se crian en 20 días o un mes quedan correosas.
- la alimentación de los animales influye mucho en la composición de su carne. Los vegetales son ricos en ácidos grasos omega 3, de los cuales nuestra dieta occidental es deficitaria. Por esa razón muchos de los llamados alimentos funcionales están enriquecidos en este ácido. Sin embargo no está claro que esos alimentos funcionen como se supone, reduciendo por ejemplo los niveles de colesterol malo. Y además no dejan de ser "alimentos de laboratorio", de los cuales yo personalmente reniego.
Un modo natural de tomar alimentos enriquecidos en omega 3 es tomar vegetales y carnes que tengan elevado contenido en omega 3 pero de un modo natural. Estas carnes son aquellas que han sido alimentadas también a base de vegetales. No debemos olvidar la cadena alimentaria: somos lo que comemos, eso significa que si tomamos alimentos ricos en omega 3, nuestras "reservas" de omega 3 también aumentarán.
Los pollos, o cualquier otro animal, que se alimentan únicamente en cebaderos, a base de piensos y cereales, y que no han picoteado o rumiado una brizna de hierba, nos aportan proteinas y grasas, pero no de las buenas. Esa alimentación rica en cereales lo que hace es aumentar sus omega 6, y por ende los nuestros, con lo que conseguimos desequilibrar la proporción de omega 3 frente a omega 6 de nuestra dieta y de ese modo perjudicamos nuestra salud sin saberlo. Según la OMS la proporción adecuada de omega 6/omega 3 debería ser lo más cercana a 1/1, siendo apropiada una proporción de 3/1. En Europa y USA es de 15-16/1, cuando el tope debería ser de 10/1. El exceso de omega 6 puede desencadenar además de enfermedades cardiovasculares, depresiones y diabetes.
Por eso el jamón de bellota tiene grasa de la buena, por su alimentación vegetal. Deberíamos comer carnes que no se hayan criado de manera tan intensiva, que provengan de animales que hayan visto algo más que las 4 paredes de sus jaulas, que hayan podido pisotear la hierba y ver el cielo, y no sólo por motivos éticos, sino porque esas carnes son las que tienen grasas de las buenas (omega 3). Consumir este tipo de carne y mucha verdura reajustaría el equilibrio entre omega 3 y omega 6, con lo que nuestro organismo lo agradecería. Y esto es aplicable también para otros derivados animales, como embutidos, huevos y leche.