La receta que os traigo hoy ha sido algo que ha surgido sin tenerlo planeado. Tengo un cuaderno en el que suelo apuntar las recetas que quiero publicar, y según lo hago las voy tachando. Soy muy aficionada a hacer este tipo de listas y cuando llega la hora de tachar la verdad es que me encanta, jajaja, es como haber alcanzado un reto.
¡A lo que iba!, que me pierdo. Os decía que esta receta no la tenía en la lista, pero así, sin comerlo ni beberlo, aquí os la traigo. La culpable ha sido esta:
Si, esa lombarda tan chiquitita y tan cuca: nuestra última lombarda de la temporada. La verdad es que era tan pequeña que me dio pena cocerla, sobre todo porque no daba "pa ná". Pero sin embargo, para hacer una ensalada para dos, con la que completar la comida me pareció suficiente. Y digo para dos porque Óscar y yo la comimos, pero los niños se conformaron con mirarnos. ¡Espero que algún día se animen, pero por lo menos el ejemplo no les falta!
Ya sabéis que debemos dar prioridad a las frutas y verduras en nuestra dieta, en teoría la mitad de lo que comemos cada día deberían ser alimentos vegetales. Y si se trata de verdura cruda, además de sana es deliciosa, ¡y no siempre vamos a comer ensalada de lechuga!. A mi me encanta el crujido que se siente cuando masticas algo crudo. Igual que con la coliflor, que también me gusta echar de vez en cuando algún trozo en las ensaladas. ¿Qué tendrán los alimentos crujientes que nos resultan tan atractivos? No sé si es que dan la sensación de frescura, de algo recién hecho y natural, el caso es que yo creo que nos gustan a todos.
Pues nada más, aquí os dejo con esta ensalada fresquita y vistosa, y con una lombarda de casa que no volveremos a probar hasta casi final del verano, porque ahora acabamos de plantar una nueva remesa de crucíferas, y nos toca esperar a que se hagan.
Ingredientes:
500 g lombarda (para 4 personas)
un poco de sésamo
aceite de oliva virgen extra
vinagre
sal
- cortamos la lombarda en juliana, la lavamos, escurrimos y la disponemos en una ensaladera
- añadimos unas semillas de sésamo por encima
- aliñamos al gusto con aceite de oliva, vinagre y sal. Yo usé vinagre de vino blanco, pero podéis usar el que más os guste
Datos y sugerencias:
- si os gusta podéis aliñar la ensalada con alguna vinagreta, o incluso con mahonesa, pero a veces menos es más, y en este caso simplemente con aceite, vinagre y sal está deliciosa
- si la queréis tomar como un primer plato en vez de como ensalada para picotear, mejor añadir unos 250 g de lombarda por persona.
- los colores rojos, púrpuras y azules que tienen los vegetales como la lombarda, los rábanos, y muchas bayas, se debe a unos pigmentos llamados antocianinas que se encuentran en las vacuolas de las células de las plantas. Cuando cocinamos los alimentos, las vacuolas se dañan y los pigmentos que contienen salen fuera de éstas y se diluyen.
Estos pigmentos son alterados por el nuevo medio en el que se encuentran los tejidos de las plantas después de cocinarlos, sobre todo por la diferencia entre el pH que tenía la de la vacuola y el del agua de cocción. Las vacuolas suelen ser generalmente ácidas, mientras que el agua de la cocción es algo alcalino (básico)
En medio ácido las antocianinas suelen ser rojas. Alrededor del pH neutro se vuelven incoloras o violetas, mientras que en condiciones alcalinas son azules, por esta razón la lombarda al cocerla pierde su color rosa y se vuelve azul, volviendo a recuperar el rosa si se le añade vinagre o zumo de limón.
- podéis hacer un experimento divertido con los niños: sobre el agua de cocer lombarda, que también es azul, añadid un poco de vinagre hasta que se vuelva rosa. Y una vez que se ha vuelto rosa, añadiendo un poco de bicarbonato conseguiréis que se vuelva otra vez azul. ¡Es magia, y a los niños les encanta!