martes, 14 de mayo de 2013

Galletas de nata

No sé si alguna vez os habéis parado a pensar que con todos los avances tecnológicos y todas las cosas que hemos aprendido en las últimas décadas también hemos desaprendido un montón de cosas que antes eran fundamentales para la vida diaria. Y a mi la verdad es que me da rabia.

Montones de años, a veces incluso siglos, que se invirtieron en aprender cosas simples de las que ya nadie se acuerda y sin las cuáles, por otro lado, no hubiéramos llegado donde estamos ahora.

Galletas de nata

Todo esto se me viene a la cabeza porque el otro día me dieron leche de vaca recién ordeñada. Y me acordé entonces de que hasta que tuve unos 8 años o así, a mi madre le llevaba la leche a casa un lechero. Leche recién ordeñada. Hasta que se prohibió vender leche sin pasteurizar. Recordé entonces que mi madre hervía la leche para que la pudiéramos tomar sin peligro, y durante muchos y muchos años eso era lo que hacía todo el mundo que no se quería arriesgar a contraer unas fiebres maltas.

Galletas de nata

El caso es que una cosa tan sencilla como hervir la leche ¡cuántas dudas te puede traer cuando no lo has hecho nunca!. Antes ninguna mujer hubiera dudado ante unos litros de leche, ¡a la cazuela, al fuego y a hervir! ¿Y ahora? Nos han sembrado el miedo en el cuerpo ¿cómo lo hago? ¿lo habré hecho bien? ¿será bastante tiempo? También con ayuda de un termómetro se podría pasteurizar en casa, pero de nuevo la duda de si estará bien o mal hecho. Parece que ya no sabemos, y lo que es peor, no nos fiamos de que lo que hacemos en casa esté bien hecho. Parece que lo único bien hecho es lo que compramos. Y de verdad que me da rabia.

En fin, yo me decidí por el método clásico de hervir la leche durante unos 12 minutos, y cuando ésta se enfrío ¡ahí estaba!, una nata exquisita, gorda, blanca como la nieve (o casi), y por supuesto que con todo el cuidado la fui retirando y la guardé. La leche sólo deciros que desapareció rapidísimamente.

Galletas de nata

Recuerdo que mi madre con la nata unas veces solía hacer mantequilla, y otras le añadía azúcar y nos la daba a cucharadas a mis hermanos y a mi. Y aunque no os lo creáis, de los 4 hermanos que éramos por entonces, yo era la única tonta a la que aquella nata con azúcar no le gustaba ¿qué os parece?, ¿se puede ser más tonta? Yo no sé de dónde me sacaría esa manía, pero cuando pienso en ello creo que podría deberse a que la textura no me resultara muy agradable, lo mismo que pasa cuando te pegas un trago de leche que lleva nata, que a veces da un poco de repelús, por lo menos a mi. ¿Os pasa a vosotros o soy yo la única?

Pues yo con esa nata yo no hice mantequilla ni me la tomé con azúcar. La guardé con todo el cuidado para hacer estas galletas que os traigo hoy. La receta la he sacado de El Libro de Oro de la Repostería, aunque no es exacta, más que nada porque las cantidades vienen en cucharadas y yo os las voy a poner en gramos que, a pesar de no ser la unidad de masa del  Sistema Internacional, me parece más fiable que las cucharadas, ¿a qué si?

Galletas de nata

Ingredientes:

130 g nata de leche
150 g azúcar
200 g harina de repostería
azúcar glass para espolvorear

- mezclamos la nata con el azúcar y lo batimos bien
- añadimos la harina tamizada y mezclamos hasta obtener una masa que no quede demasiado dura
- tapamos la masa con film y la dejamos enfriar en el frigorífico, o congelador, con el fin de que la masa endurezca
- una vez que la masa ha endurecido la estiramos colocándola entre dos láminas de papel de hornear, dejándola de un grosor mínimo de unos 7 mm
-cortamos las galletas y las horneamos a unos 180ºC en el horno precalentado. Antes de que empiecen a dorarse las sacamos del horno, unos 15 minutos o menos, lo justo para cocerlas pero sin que lleguen a dorarse, de lo contrario quedarán demasiado duras. Las enfriamos sobre una rejilla y las espolvoreamos con azúcar glass


Galletas de nata

Sugerencias:

- podéis emplear también nata pasteurizada (35% materia grasa), yo cuando lo hago la bato primero para dejarla a medio montar, y una vez que ya ha cogido algo de aire (y de cuerpo), la mezclo con los demás ingredientes
- también podéis dejar la masa más blandita añadiendo menos harina y en vez de cortarlas con un cortapastas dejáis montoncitos de masa sobre la bandeja de horno con ayuda de una cuchara. Eso sí, debéis dejar suficiente espacio entre ellas para que no se peguen unas a otras, pues esta masa un poco más blanda se expande con el calor.
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